Diario de amor
“Mudan los tiempos y las voluntades; se muda el ser, se muda la confianza; el mundo se compone de mudanza tomando siempre nuevas calidades.”
Luís de Camões
He estado pensando hoy en tus ojos. Mi madre y yo hemos hecho torrijas por la tarde, al caer lentamente el sol sobre los tejados. En los brillos del aceite, te he visto a ti, aparición dorada. He probado las rebanadas azucaradas mientras atardecía y no podía arrebatar tu mirada de mi atención. Suceden a veces esos momentos quietos donde el cuerpo permanece en una estancia llena de gente y la mente vaga lejos, a distancias inconmensurables, buscando a la única persona que no está en la sala. Me pasa a menudo contigo. Me empeño en buscarte hasta en las migas del pan, en el tacto de la punta de mi lengua. Te imagino como sombra hogareña, me gustaría que estuvieras más cerca. Creo que me obsesiono con algunos rasgos de tu cuerpo porque siempre estoy hambrienta. Tus ojos son dos largos verdes donde anidan los patos de plumas oscuras, aguas vivas. Quiero bañarme en las pupilas, acariciar la selva y sentir cómo se produce el oleaje de interior.
